La semana pasada os conté que el coronavirus había pasado por casa y hoy vengo a contaros que estamos todos bien y negativos, pero que yo estoy hasta las mismísimas narices de todo. Han sido las dos semanas más fastidiosas y largas que he pasado en muchísimo tiempo; aun siendo negativo, sigo con mocos y con la voz ronca, por lo que no puedo desarrollar con normalidad mi podcasting. Además, dado que Isabel fue la única que no se contagió de toda la familia, ha estado dos semanas viviendo con mis suegros, en una operación que ríete tú de Salvar al soldado Ryan para protegerla, no sólo por pura salud, sino porque en estas dos semanas tenía dos eventos CLAVE en su vida de niña de 11 años: la graduación y el viaje de estudios. Afortunadamente, todos nuestros sacrificios han merecido la pena y ha podido asistir felizmente a ambos eventos 🥰, que ponen punto y final a su estancia en la educación primaria y la redirigen al instituto de cara al año que viene 🥲. Mi suegro suele decir “¡Qué rápido crecen los hijos de los demás!”, pero estos días, repasando fotos de las primeras semanas de Isabel en el colegio, allá por 2013, no he podido evitar una sensación de vértigo y de que todo pasa muy deprisa. En cualquier caso tengo a Emilio (9 años) y sobre todo a Miguelito (3 años), con quien tengo asegurados todavía 8 años más de fiestas de fin de curso del cole 😅