El pasado mes de julio hicimos una reforma completa del estudio consistente en poner moqueta en suelo y paredes, un cambio total de muebles y la instalación de cortinas fonoabsorbentes que, cuando las echas, te “encierran” en una especie de caja productiva. No es una insonorización completa pero sí más que suficiente para aislarme del bullicio de la casa y poder concentrarme. Y funciona. Me ha costado una pasta pero es por fin el sitio donde puedo trabajar y que la utilidad de cada minuto se multiplique por 5. También tengo que reconocer que, por minutos de empleo, de momento quien le está sacando más partido es Rocío; me resulta curioso cómo una gran parte del tiempo que pasa trabajando en nuestro nuevo estudio lo hace de pie. Una de las cosas que incorporamos fueron mesas elevables, lo que se conoce como standing-desk. Son de un modelo básico, las del IKEA en concreto, pero con la funcionalidad suficiente para darnos esa versatilidad que queremos. Y es que no sólo se trata de trabajar sentado o de pie, sino de regular la mesa justo a la altura que quieras o necesites en cada momento. Por regla general, yo suelo escribir sentado y grabar de pie. No voy a decir que de pie la voz me sale mucho mejor y tal, porque uno lleva ya muchos años grabando (y cantando) y se conoce todos los trucos, pero sí es cierto que cuando tengo una grabación larga, estar de pie es mucho más descansado.